A partir de las 20.30 horas de mañana miércoles, 3 de junio, está previsto que en la ermita de Tefía se lleve a cabo la presentación de los trabajos de restauración, que han venido siendo desarrollados por el Cabildo de Fuerteventura, a través de las Consejerías de Patrimonio Histórico y de Obras. Al acto asistirán el presidente del Cabildo, Mario Cabrera, la consejera de Cultura, Genara Ruiz; representantes de la Iglesia, del Ayuntamiento de Puerto del Rosario y de la asociación de vecinos.
El Cabildo de Fuerteventura, a través de la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico, impulsó la rehabilitación de la Ermita de San Agustín de Tefía mediante un proyecto que se centró en recuperar la barbacana, la cubierta y los pavimentos interior y exterior de esta edificación, que fue erigida por iniciativa vecinal entre los años 1713 y 1714.
La restauración se desarrolló basándose en un proyecto que ha sido redactado y dirigido por el arquitecto técnico Antonio Rodríguez Molina, con una financiación de 71.088 euros. La ermita de San Agustín de Tefía es un ejemplo del gran valor histórico y artístico de la arquitectura religiosa majorera, que gracias a proyectos como este pueden darse a conocer sus singularidades y establecer una base para su protección y conservación, de modo que las futuras generaciones puedan encontrar un patrimonio cultural en las mejores condiciones.
En lo que respecta a la cubierta -compuesta en su parte interior por una estructura de tea de pino canario en la nave principal y una cúpula gallonada octogonal revestida de yesería-, las obras han permitido rehabilitar la madera administrando un tratamiento bactericida curativo y preventivo, reponiendo o reforzando únicamente aquellos elementos más deteriorados. En el exterior, el proyecto se centró en la reposición del tejado de teja –teja árabe original que podría proceder de la cantera de Los Molinos-, cuyo deterioro había propiciado la filtración de humedades afectando a la madera en el interior, a pesar de haber sido reformado recientemente en la década de los años 90.
Otro aspecto importante del proyecto es la actuación en la barbacana (el muro almenado exterior que rodea la ermita), eliminando los bancos adosados a la base de la misma, pues se trata de un elemento no original de la ermita cuya presencia impide el aireamiento de los muros, produciendo la aparición de humedades. La barbacana aparece ocasionalmente en la arquitectura religiosa majorera (está presente en seis templos de la Isla). El de las ermitas de Fuerteventura es un conjunto de edificaciones que normalmente se situaban en la lejanía de los núcleos poblacionales, siendo estos muros probablemente levantados para evitar el acercamiento del ganado hasta los muros del edificio, siendo también utilizados ocasionalmente como refugio para la población, pues las iglesias solían ser los edificios más sólidos del pueblo.
El pavimento interior de la ermita es otro de los aspectos singulares del proyecto, pues se trata de un solado compuesto por losas de cantería de arenisca majorera, labradas manualmente en medidas variables. El pavimento presenta severas irregularidades en su superficie, debido a la fragilidad del material, agravadas por el uso y la humedad capilar. Según explicaba Rodríguez Molina, desmontar y restaurar el pavimento sería un proceso complicado que no aseguraría la conservación del material, “y su sustitución va totalmente en contra de los principios de los procesos de restauración”. La solución adoptada será la de mantener las losas originales, instalando una alfombra de sisal o fibra vegetal sobre una moqueta de madera en el pasillo principal y en las zonas de paso más deterioradas, “pues es mejor mostrar el paso del tiempo que tratar de engañar a la historia”, explicaba.
Por último, en el suelo exterior de la ermita, cubierto en planchas de hormigón en la década de los años 80 del siglo pasado, el proyecto propuso el marcaje de las cuadrículas mediante un adoquinado de piedra, una solución que permitirá romper la continuidad del pavimento liso y dotar al entorno de un aspecto más adecuado a la arquitectura tradicional.
Sobriedad franciscana
La ermita de San Agustín de Tefía responde al canon generalizado de sobriedad franciscana, y está compuesta por una nave única con la sacristía adosada a un lateral de la epístola y techumbres a dos y tres aguas. En este caso, la de San Agustín es una ermita que cuenta con una falsa cúpula gallonada de forma octogonal, un elemento único en la arquitectura de la Isla.
Su construcción a principios del siglo XVIII se enmarca dentro de un proceso generalizado en esa época en Fuerteventura. Una Real Cédula de Felipe V, en respuesta a una solicitud del obispo Juan Ruiz Simón, autorizó al prelado para erigir las parroquias de Pájara y La Oliva en 1708, que se consagraron en 1711, pues hasta el momento existía una única parroquia en toda Fuerteventura.
Este hecho abrió el camino para que en adelante otros obispos y vecinos solicitaras nuevas autorizaciones y se reestructuran y ampliaran las diferentes parroquias de la Isla, dando lugar a la mayoría de templos que hoy continúan en pie a lo largo de toda la geografía insular.
Se da la circunstancia que a pesar de no contar con una ermita hasta 1714, en Tefía existía con anterioridad un asentamiento poblacional importante, merced al proceso de inmigración de braceros que llegaban de las islas occidentales, ocupadas en el cultivo de la vid, para emplearse aquí en la siega de cereales.